En esta era agotadora, el reciclaje supone la única vía de escape para el futuro, la única solución para un proceso evolutivo destinado a devorarse a sí mismo. ¿Pero qué ocurre con aquellos objetos reciclados que poseen alma? ¿Objetos en los que hemos volcado de forma indeleble nuestra vida, nuestra experiencia vital: nuestros recuerdos?

Nos desprendemos de nuestras memorias porque son ya prescindibles,obsoletas. No nos interesan los recuerdos permanentes.

El soporte con el que se construye esta instalación reinó de forma breve los tiempos modernos. Hoy es un fósil de nuestra era, un escombro inútil, un náufrago del progreso que viaja a la deriva lleno de música, imagen y escritos. El soporte ha sido desechado, pero la información sigue ahí, camino de la destrucción. No se encuentra entre nuestros recuerdos, pero tampoco es todavía olvido, pues permanece impresa en códigos binarios.

la instalación artística que le presentamos reflexiona en torno a ese tránsito, ese viaje entre el recuerdo y el olvido de las
«memorias» de nuestra era. Una era en la que el recuerdo, al ser sustituido por nuevos formatos y experiencias ha perdido su trascendencia, convirtiéndose en un desecho, en un objeto prescindible; en una ruina de nosotros mismos.